En ediciones anteriores hemos anlizado en detalle los factores que inciden en la baja asistencia a las urnas y hemos visto que los factores determinantes se pueden dividir en dos grandes grupos: los que tienen que ver con características propias de los votantes (su edad, sus ingresos y su nivel educativo), y los que están relacionados con el propio sistema electoral.
Resumiendo lo visto hasta ahora:
Los adultos y adultos mayores tienen una predisposición notablemente mayor que la de los jóvenes a ejercer su derecho al voto.
Lo mismo sucede cuando se consideran las diferentes realidades socioeconómicas y los niveles de educación formal. Las personas de mayores ingresos votan más, y entre quienes no han completado la High School y quienes han completado una carrera universitaria, la diferencia del es abismal.
Hemos visto además que cada uno de esos factores potencia a los otros, de modo tal que las personas jóvenes con trayectooria escolar limitada y que, por eso mismo, tienen ingresos más bajos, tienen una asistencia a las urnas un 60% menor a la de las personas adultas, con educación terciaria y altos ingresos.Por otra parte en nuesta última edición hemos considerado una consecuencia a largo plazo de esta intersección de factores.
Dado que los sectores de la sociedad que tienen mejor resuelta su situación económica y social son quienes tienen mayor tendencia a expresar sus intereses y sus preferencias partidarias s, con el correr tiempo se van instalando políticas sociales y económicas menos redistributivas, lo que tiene como consecuencia un aumento de la desigualdad que afecta a todos los sectores sociales y no solamente a los directamente involucrados.
Nos hemos internado además en el análisis de la influencia del sistema de voto no obligatorio en los bajos porcentajes de asitencia a las urnas y en el dilema ético que ello plantea.
A partir de lo ya estudiado nos quedan varios factores interesantes para analizar, que para nosotros como comunidad resultan cruciales.
Interrogantes necesarias y respuestas provisorias
Entre las preguntas que deberemos plantearnos (y que no necesariamente tienen respuestas claras y concluyentes destacan las siguientes:
1) ¿Cómo influye en la tendencia de una persona a asistir o no a las urnas el hecho de que sea inmigrante?
2) ¿Cómo influye el hecho de que la persona pertenezca a lo que en Canadá se define como “minoría visible”?
3)¿Las “minorías visibles tienen un comportamiento homogéneo a la hora de ejercer o no su derecho al voto?
4) ¿Habrá elementos del sistema electoral canadiense que desalienten el acceso a las urnas de las minorías visibles?
Como cada una de estas preguntas merecerá un análisis detallado y no siempre contamos con datos que permitan arribar a conclusiones definitivas, comenzaremos por dar algunas respuestas tentativas y provisorias.
1) Los datos disponibles parecen indicar que una persona con background etno-cultural europeo tendrá una propensión a votar igual o mayor a la del promedio de la población canadiense, y que esa tendencia aumentará en proporción directa a los años de permanencia en el país.
2) De las llamadas “minorías visibles” (sean o no de origen inmigrante) sabemos que tienen, en conjunto, menor propensión a ejercer su derecho al voto que la población blanca, tal como podemos ver en los mapas de la Ficha 8.
Pero no parecen estar bien estudiadas dos cuestiones esenciales:
a) ¿En qué medida inciden la edad y el status socioeconómico en el hecho de que las “minorías visibles” presenten un bajo turnout?
O lo que es lo mismo: ¿las personas que pertenecen a una “minoría visible” votan menos debido a su bakground cultural, o por ser, promedialmente, más jóvenes y más pobres.
b) ¿Cuánto incide en la baja asistencia a las urnas de las “minorías visibles” el propio sistema electoral.
O como nos preguntábamos antes: ¿existirán en el sistema electoral elementos que desalientan la participación? En nuestra próxima edición trataremos de darle respuesta a estas interrogantes